El Adiós de un Amigo

Hoy encontré tu huella
a las puertas de mi imperio
con un adiós por testigo
que ha roto mis palabras.

Desconozco el motivo,
que te impulsa ese camino
espero sea tus sueños
y no un maldito cuervo.

Y más aún deseo que el Adiós
sea un hasta luego,
que sea mi amigo el tiempo
que no se encuentra así mismo.

Colega Peregrino,
no detengas tus pasos!
Que la transformación
la pueden moldear tus manos.

Aparta el miedo
transfórmalo en posibilidad.
Se acepta lo que se ha de aceptar.
Y si no, despertad al guerrero!

Te lo dice el Peregrino del Tiempo.
que Nacido del Fuego...
venció al Mar de Delfos!
Y abrió las puertas del triunfo!

Escrito para el "Peregrino Clandestino", mi estimado amigo Yosef.

El Delfín Blanco y El Cangrejo Ermitaño.

Ayer me soñé en el mar
a la hora del crepúsculo;
la penumbra amenazaba
la grandeza del sol...

No era la penumbra de la noche...
era aterradora, devastadora diría.
Hacía frío y el viento golpeaba
con mucha fuerza.

Teniendo la fisonomía de un “Cangrejo Ermitaño”
de grandes tenazas, buscaba mi hábitat;
un bello y fuerte caracol.
Tuve que pelear por él...

debí enfrentar a crustáceos más grandes
y llevar acuestas algunas anémonas
que protegieran mi cuerpo
de mi naturaleza, y seguir mi instinto...

Vi una gaviota negra volar
con círculos impacientes;
como el buitre que aguarda una presa.
Entré al mar, tenía miedo.

La gaviota nunca me siguió...
sólo volaba en círculos
con la vista en el horizonte...
no sé si veía el reflejo del sol o sangre

el mar estaba turbio y fue entonces,
que comprendí
que no era a mí
a quien acechaba... a quien esperaba.

...aguardaba por un delfín blanco,
que a la deriva y sin aliento
se acercaba pronto a la orilla.
Que pronto saldría del Atlántico...

Al salir, entregado sin luchar, lo están devorando,
y yo sin hacer nada, de manos atado.
Yo también le temí a la gaviota
y, aún así, nunca me he entregado a ella...

Temí enfrentar a otros crustáceos
y temo seguir haciéndolo
o que me aceche algún depredador
al que estoy expuesto.

Puedo combatir con la gaviota
y regresar el delfín al mar
pero no puedo evitar salir herido
con la cola del cetáceo.

Y aun menos puedo evitar
que se lastime con el cruzar de mis tenazas
o enseñarle a sobrevivir en el mar;
a evitar un tiburón o salvar a un humano.

No puede enseñarme a abrir un hueco en la arena
ni a hacer fabulosas piruetas
o a combatir a mis depredadores
y mucho menos puede evitar mi suerte...

Pero juntos podemos a aprender a convivir
y establecer una simbiosis que alargue nuestras vidas,
sólo si, el delfín se comporta como un digno cetáceo
y el Ermitaño sigue bizarro...